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Alperovich solo se privó de decir “en Tucumán, las urnas están bien guardadas”. Si lo hubiese hecho, de todas formas, no hubiese sido más ignominioso de lo que fue la elección y el recuento de votos que aún no concluye. Esto podría afectar la legitimidad de origen del gobierno de Manzur en caso de ser declarado el ganador de la elección. Es posible que las elecciones nacionales sufran de los mismos vicios, lo cual será aun más grave pues unos pocos puntos (quizás menos que los que típicamente contienen el intervalo de confianza de las estimaciones puntuales de las encuestas electorales) pueden cambiar la historia presidencial en Argentina.
Si Scioli fuese electo sin legitimidad de origen, seria además grave para él mismo, ya que inmediatamente tendrá que ajustar las cuentas públicas y otros desequilibrios económicos así como también lidiar con el Kirchnerismo legislativo. Por ello, le creo a Karina Rabolini cuando dice que “todos los candidatos” quieren que no haya dudas sobre el resultado electoral.
Ahora bien, nada cambiará con palabras. Hacen falta hechos. Dicen que hecha la ley, hecha la trampa. Es posible. Pero algo puede hacerse mientras tanto. Desde ya, no es posible abrir todas las urnas y contar nuevamente los votos. Lo lindo de la estadística es que nos enseña que ello no es necesario. Lo único que tenemos que hacer es ponernos de acuerdo que una vez terminado el escrutinio provisorio, el escrutinio definitivo tendrá un proceso adicional de conteo aleatorio. Este acuerdo sería informal y no vinculante por lo que solo requeriría que el tribunal electoral acepte un acuerdo subscripto por las fuerzas políticas que compiten en la elección. ¿Qué fuerza se negaría a hacerlo?
El lunes posterior al domingo de la elección, si Scioli ganase en primera vuelta y hubiese dudas sensatas sobre la verosimilitud del resultado, se sortearían con cierta estratificación el 5% de las urnas y Karina y yo nos juntaríamos a contar los votos en el correo argentino (con fiscales de todas las fuerzas presentes). El 5% de las urnas es una muestra suficientemente grande como para verificar los datos del escrutinio. Obviamente, esto se podría hacer en paralelo, invitando a muchas más personas honestas de todo el arco social a contar votos y siempre contando con la presencia de fiscales pertenecientes a las fuerzas políticas involucradas. Al ser una muestra aleatoria que se conocerá recién terminado el escrutinio provisorio, se hace más difícil hacer “trampa”.
Una cosa que podría pasar es que los números ingresados por el correo no coincidan con los de las actas. Esto es algo que el recuento definitivo resolverá de todas formas. Pero sería bueno en uno o dos días establecer estadísticamente que se puede esperar que el resultado final cambie, y cómo lo haría, a partir de estas urnas “testigo”. Ello permitiría que se aproveche mejor el tiempo que va entre la elección de Octubre y el ballotage.
Más importante aún, el recuento de los votos de estas urnas permitirá establecer si las actas están viciadas. Si se demostrase que ese es el caso, y que el tamaño del vicio afecta a la elección, Karina y yo tendríamos que volver a aleatorizar otro 5% de urnas y volver a contar. Si el vicio persistiese, habría que seguir contando pues la Ley electoral no permitiría que se acepte lo que la estadística a esa altura habrá demostrado. Por suerte para mí, Scioli tiene una esposa muy mona (Macri también, no se sacan ventaja en ese frente)! No veo mejor solución al problema al que nos enfrentamos. Obviamente, esta idea también es válida para el ballotage.